Y LA TARDE SE VISTIÓ DE CATA.
Cuando la tarde empezó a dar paso a la noche, en ese abrazo fugaz entre la luz y la oscuridad, las copas ya acogían la magia de los vinos y sus historias. El amplio grupo del sábado parecía disfrutar atento de mis explicaciones, de los colores, aromas y sabores de los vinos y de compartir aquel rato agradable y divertido en torno a las maravillas del mundo que lo rodea. Comenzamos con dos blancos, un Moscatel de Alejandría que nos inundó de flores, y un Verdejo que transformó la tarde de otoño en una explosión del campo en primavera. Después, la frescura frutal del rosado y, finalmente, tres tintos curiosos de distintas zonas, variedades y elaboraciones. Recorrimos la geografía a través de todos ellos, desde el norte de Aragón, pasando por Navarra, Castilla la Mancha y Alicante. Palabras, risas, sensaciones, un poco de todo, como en Otoño. Por mi parte, un verdadero placer, que agradezco de corazón a Parsimonia y a todos los asistentes. Hasta muy pronto.
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